miércoles, 21 de diciembre de 2011

Nubes como algodones de azúcar.

Me tumbé en la hierba, miré al cielo, y por primera vez me di cuenta de lo grandes que eran las nubes, y lo rápido que se movían. De lo pequeña e insignificante que era yo. Y como yo era tan pequeña mis problemas se volvieron diminutos.
Y fui feliz.
Y permanecí así el resto de mi vida.

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