Capítulo
9
Rebecca
está dándose los últimos retoques para su cita con Alex. Sus padres han salido
así que irán directamente a la sorpresa. Estaba que se la comían los nervios.
¿Qué podía ser? Sin embargo unas casas más allá Kate estaba aún peor.
-¿Qué
me pongo? Madre mía mi primera cita, pero voy con tacones, no, bueno, no. No
sé, me volveré loca.
Unos
minutos después en casa de Rebecca suena el timbre. Es Alex. Coge su bolso y va
hacia la puerta, lo recibe y se van. Él le había traído “Anagallis monelli”.
Era preciosa.
-Muchas
gracias.
-Una
flor para otra flor.
-Venga
déjate de piropos.
-Vale,
pero solo si me das un beso.
-No.
-¿Ni
uno pequeñito?
-¿Si
te lo doy nos iremos?
-Por
supuesto.
Le
dio un ligero beso en los labios y sus ojos se encontraron. Después se fueron
Unas casas más allá Kate, por fin, se había vestido, peinado, maquillado (poco
porque no le gusta ir con mucho maquillaje). Llevaba un traje blanco palabra de
honor. Con unas sandalias. Estaba perfecta y lo sabía. Se sentía muy, pero que
muy bien. Entonces sonó el timbre. Spencer acababa de llegar.
Bajó
corriendo, estaba ansiosa por besarlo, abrazarlo, oler el perfume que siempre
llevaba.
-Hola.
-Vaya,
estás espectacular.
-Lo
mismo digo.
-Toma
esto es para ti.
Y
así le entregó una rosa de un azul muy intenso que llegaba hasta tonalidades
más claras. Era mágica. Le dio un beso, y se marcharon.
-Rebecca,
ya hemos llegado.
-No
me lo puedo creer, este restaurante es perfecto y con la playa al lado. Eres el
mejor novio del mundo.
-No,
solo hago lo que mereces.
Entraron
y el restaurante estaba vacío. Entonces lo vio. Una mesa con un ramo más grande
de la misma flor que él le había llevado estaba junto a una tarta enorme de
fresas.
-¿Has
reservado?
-Creo
que sí. Y quiero decirte que la tarta la he encargado, porque intenté hacer te
una pero no era una tarta sino que más bien… Bueno dejémoslo así…
Rebecca
comenzó a reírse. Alex era un encanto. Le dio un ligero beso en los labios y se
sentaron. Hablaron y se comieron la tarta, que tenía una pinta estupenda.
En
la casa de Emma todo iba bien. Jason y ella habían acabado la canción. Le
encantaba. Emma se lo había agradecido unas treinta mil veces al chico.
-Gracias
de verdad.
-No
es nada Emma. Simplemente lo hemos hecho los dos.
-Sí,
pero gracias a ti está terminada.
-No
es nada, bueno, ¿te vienes a la feria?
-Sí,
claro. Además me muero de hambre.
-Podemos
comer pizza allí.
-Es
una idea perfecta.
-Pues
no se diga más vámonos.
Emma
cogió su chaqueta y su bolso. Jason también recogió las cosas y salieron.
Después de unos treinta minutos llegaron a la feria.
-Vaya
esto es precioso.
-Bueno,
¿quieres un perrito caliente?
-Sí,
me muero de hambre.
-¿Con
mostaza, Ketchup, y mayonesa? ¿Cebolla quieres?
-Claro,
si no, no sería un perrito.
-Qué
raro la mayoría de las chicas se lo comen hasta solos. Sin salsa.
-Pues
a mi me gusta así.
-Vale
espera aquí, voy a comprarlos, y después iremos a la casa del terror.
-Vale.
Pero si me tapo los ojos…
-Ja,
ja.
Jason
se alejó. Y entonces llegó Mike. Kate estaba montada en el coche de Spencer.
Cuando este se paró y le dijo que cerrara los ojos. Habían llegado al lugar de
la cita. Caminaron, menos mal que se había puesto sandalias. En pocos minutos
ya estaban allí.
Entonces
él le quitó las manos de la cara (se las había puesto para que viera) y lo vio.
Era mágico. Una manta tirada en la arena. Más flores. Una pizza campesina y el
mar. Se encontraban en una cala. El agua estaba tranquila y cristalina. Era
todo tan fantástico.
-Es
maravilloso Spencer.
-Gracias.
-De
verdad, esto es mucho mejor que cualquier restaurante caro. Me encanta.
-Quería
sorprenderte. Espero que no te importe beber Coca-Cola.
-Para
nada.
Se
sentaron y empezaron a comer. Sin embargo Iris acababa de llegar a casa de los
abuelos de Josh. ¿Cómo reaccionará a la sorpresa?
Continuará...
Álvaro!
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