domingo, 13 de enero de 2013

Aún sigue lloviendo!



 Capitulo 9

Narra Amanda.


Querido Diario:



Es muy raro, pero a la vez impresionante cuando te quedas quieta un solo instante, miras al cielo y te das cuenta de que en ese mismo instante, para ti es como si el tiempo se parase y ves que no solo segundos han pasado de tu vida, sino que te das cuenta de que han pasado días, meses y años. Que a veces es duro pensar en lo vivimos en el pasado aun sin saber lo que te deparará el futuro, sin saber si sufriremos por algo o por alguien, de lo que estoy segura es que si de mi depende, será tal y como yo deseo o al menos eso quiero. Esta vez no me separaré de la gente que quiero, porque esta vez se que hago lo correcto con ellos.





Narra Riley.



Sentado en el porche de su casa, está Rileyy al lado su skate, con su mirada puesta en las olas, surcando mares y océanos con su imaginación, la cuál le lleva a descubrir infinidades de lugares a los que le encantaría ir, pero donde más le gustaría estar es junto a ella, por la que dedica un rato cada vez que puede a pensar en su voz, en sus ojos y esos labios que no pudo besar, aun que lo hubiera imaginado tanta veces como se lo imaginó, nunca sabría como sería ese beso. Pero de eso ya ha pasado un mes, un mes en el que el tiempo se paró sin tener en cuenta el presente, en el que un adiós sería el final de dos personas a las que sin saberlo algo les unió, pero como ya sabemos, por una parte el destino ya está escrito, pero lo que no sabe Riley, ni nosotros, es que el destino, tu destino posee infinitos caminos y nunca se sabe cual nos toca, pequeños matices lo cambian, y a lo mejor, quien sabe, para él, esta vez, el destino sería caprichoso, y dejaría gotas de felicidad, que a la larga se convertirían en mares y océanos como los que Riley surca con sus ojos.



-Riley cariño, ¿Qué te pasa?-. Pregunta Hanna, al ver lo con la mirada perdida al horizonte.



-Eh.., nada, mamá, es que me estaba acordando de cuando fuimos a Londres, ¿Qué bien lo pasamos verdad?-.



-Si hijo, fue maravilloso, por cierto, ¿sabes quién a recibido un apostal de allí?-.



-No, pero seguro que me lo imagino, espera que piense, seguro que esa tía que no paraba de dar el coñazo con los malditos manteles que ‘’no se manchan’’, esa que se ponía en el hotel, que un poco más y le damos el dni, si hubiera sido por tu marido llenamos el sótano de ellos, que pasa que te ha mandado la nueva colección, ahora estos tampoco se rompen, lo último de lo último-.



Hanna no paraba de reír, pero seguro que si la chica de la postal vendiese manteles a Riley, no le importaría llenar hasta el trastero, sótano y su cuarto si hiciese falta.



-No seas bobo, es de alguien que conocimos allí, ¿te suena el nombre de Sophie?, una chica de ojos azules con pelo castaño claro que conocimos en aquella terraza mientras cenábamos-.



-¿Es de Sophie? (la voz de Riley empezó a temblar, sus nervios florecían segundo por segundo, no quería esperar ni un pequeño instante para leer la postal)-.



-Si, toma, es para ti, date prisa que dentro de un rato vamos a casa de Allan-. Sin perder tiempo Hanna, al ver a su hijo de esa forma se la entregó, aun que el intentaba disimular su interés por esa chica, ella sabia que nada le hubiera echo más feliz a Riley.



-Vale, gracias, pero, ¿Allan está?-.

-Si cariño, te está esperando-.



-Vale-.




Mientras que leila la postal Riley no paraba de sonreír, algo dentro de el le decía que algo inesperado iba a formar parte de su vida, en la postal ponía que todo estaba perfectamente por Londres, que se había cortado el pelo, y que dentro de dos meses estaría junto a él, en Sydney. Riley abrió los ojos cuando lo leyó, por fin podría acariciarla, tocar su pelo y por fin, como tanto ansiaba, podría besarla.


Tras un par de meses…



Si bien para unos estos meses fueron felices para otros también, a lo mejor era el destino, pero algo, no se el que, estaba haciendo endulzar las cosas, ya no se lloraba tanto, y se reía más, así es como se les mostró estos meses a Riley con Sophy y a Amanda con Jorge, pero nos estamos olvidando de alguien, no menos importantes que ellos, para Allan eran como montañas rusas, desde aquel día no paraba de soñar con lo mismo, esa chica, la del sueño, ¿quién era?, sería Amelie, esa chica californiana de pelo rubio y ojos marrones que el robó el corazón con risas, abrazos calidos y besos de espuma de mar o sería Amanda, esa chica que le está robando su coranzoncito aun sabiendo que ella está con otro. Todos estas dudas estallan en su cabeza, pero algún día, no sabe cuando tiene que dar con la respuesta, la que tanto desea.

Si algo le ayudaba era su diario, era como una fuente de desaogo.
 

 La gente cree que el destino es como un río que fluye en una sola dirección. Pero yo le he visto la cara al tiempo y es como un océano en la tormenta...

No hay comentarios:

Publicar un comentario