¡Bueno este es un relato que ha escrito un amigo nuestro,
espero que os guste tanto como a nosotras!
A pesar de todo, te quiero…
Hace unos años…
¿Qué? No podía ser cierto, tenía que haber una explicación
para todo, era imposible que ella…, no, no puede pasar esto ahora, justo ahora.
-¿Izan? ¿Estás bien?
-¡¿Qué?! ¿Cómo quieres que esté bien?
-Lo siento, tendía que habértelo dicho, pero, era, no era la
mejor forma de conocerse.
-¿Y crees que esta si lo es?
-No, pero al menos sé… al menos sé que he podido disfrutar
de tu amistad, de tu consuelo en mis peores momentos, de los chistes y sobre
todo de tantas horas a tu lado.
-Dime que es una broma.
-No puedo, y no lo haré, porque a nadie le duele más que a
mí. Créeme.
-¿Desde cuando lo sabes?
-Desde hace unas dos semanas.
-No puede ser, joder, ahora no-dijo gritando y llorando a la
misma vez.
-No puedo verte así, mejor me voy.
-No te vayas, no me dejes…
-Lo siento. No quiero obligarte a nada.
-Te juro que estaré siempre a tu lado.
-No jures ni prometas cosas que no vas a cumplir.
-Silvia, no voy a dejarte sola con esto.
-Pero no es culpa tuya que yo me haya quedado embarazada.
-No digas eso, ¿para que están los amigos?
-Eres un gran chico.
-Ven aquí anda-dijo mientras la abrazaba.
El tiempo pasó rápido pero mis sentimientos seguían en aquel
instante, aquel en el que la vi sonreír por primera vez. Ese en el que supe que
quería estar con ella por y para siempre. Aunque no todo fuera bien, a pasar de
que ella no sintiera lo mismo por mí. Yo cuidaría de ella. La querría, ayudaría
y no la abandonaría a su suerte. Estuve con ella durante todo su embarazo hasta
que, Lara llegó, entonces…
Hoy…
Mientras dormía soñé que caminaba por la orilla, que estaba
junto a ella y que nada de nada podría hacer que nos separáramos… Ella me cogía
de la mano mientras yo le apartaba el pelo para darle un beso en la mejilla,
ella temblaba, estaba muerta de miedo pero más lo estaba yo. Era la primera vez
que quería ir despacio con una chica, sabía que con ella todo sería diferente
pero no me imaginaba cuanto…
-Gracias por estar aquí conmigo-dijo ella abriendo lo ojos y
sonriéndole.
-No tienes que agradecerme nada, te prometí que no te
dejaría sola y cumpliré mi promesa.
-Pero no quiero que estés aquí a la fuerza-dijo susurrando,
casi ahogándose en sus propias lágrimas.
Me despertó un llanto, abrí los ojos y la vi, allí estaba Lara,
la pequeña Lara. Era lo único que me quedaba de ella, de la única persona a la
que he amado. Silvia.
-Hola papá.
-Hola cariño ¿qué pasa?
-He tenido una pesadilla.
-Ven aquí, no pasa nada, era solamente un sueño…
-Papá, ¿cómo era mamá?
-Silvia era igual de hermosa que tu. Una gran mujer y una
gran amiga.
-¿La querías mucho?
-Demasiado, la amaba demasiado, pero…
-Papá no llores, yo te quiero mucho.
La acurruqué en mi pecho, al verla sonreír o reírse me
recordaba a ella. Y también a lo que nunca fui capaz de decirle…Porque a pesar
de todo, la quiero.
Álvaro.
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