jueves, 29 de agosto de 2013

Aún sigue lloviendo.

Capítulo 13

Dos años después…

Sobre una mesa hay una tarta con 18 velas encendidas, enfrente de ella había una chica, con un traje blanco, con su pelo a media melena, locuras de una adolescente. Todos ríen, y ella cierra sus ojos para pedir un deseo, a cada uno de sus lados tiene a las personas que más quiere, a su familia, amigos y a él, por el que dedica cada mañana una sonrisa.



Por otro lado están de la mano una pareja, se miran y se besan, no muy lejos de ellos está él, sonríe al ver que su amiga, compañera y amor, por la que dedica una mirada a sus ojos verdes, intensos llenos de paz y alegría.

-¡Felicidades cariño!, ya estas hecha toda una mujer-. (Una lágrima desciende por el cachete de Paul)

-No te pongas así, aunque no lo creas siempre voy a tener mi parte de niña jajaja-.

-Bueno, ahora los regalos-. Dijo Riley.


Amanda empezó a abrir uno por uno, los padres de Riley le regalaron dinero y un par de zapatos, Paul uno de sus sueños, un IPhone, los padres de Allan un bono para alquilar un bote para ir a bucear, y por último quedaban sus amigos.


-Bueno haber que es este año, espero que no sea una caja llena con papeles como el año pasado-.

-Tú ábrelo, pero no prometemos nada-. La sonrisa de Allan era de oreja a oreja.

-Este año no lo puedes descambiar jajaja-. Bromeó Riley.

Allan le dio un pequeño codazo y susurró: ¡No des pistas jajaja!


Cuando abrió la caja se encontró un sobre con una tarjetita, y empezó a leerla:

Ve al único lugar en el que puedas cantar a tu manera.

Amanda se dirigió a la ducha, ambos chicos le seguían. Al llegar a la ducha vio que había otra tarjeta y al lado de la tarjeta unas gafas de buceo, las cogió y leyó la tarjeta.

Ahora que has encontrado el primer utensilio, dirígete donde guardas algo  preciado de nuestros recuerdos.

Al leer lo último se hecho a reír, tardo un poco en saber donde podría estar la otra pista, entonces recordó que una vez, justo el día que declararon oficial la amistad de ellos tres, Riley encontró una caracola con un color hermoso para Amanda, y ella la guardó en una caja en la estantería de su cuarto.

Abrió la caja y vio otra tarjeta y al lado suya un mapa que ponía: ‘’No lo abras’’. Cada vez a Amanda le iba extrañando cual era ese regalo, la verdad es que los chicos sabían lo que hacía, se lo estaban currando, este año prometía. En la otra tarjeta había escrito:

Y por último ve donde reposas tus ideas al dormir.

Amanda lo tuvo fácil esta vez, la almohada, debajo de ella había un sobre y otra tarjeta esta ponía:

TE QUEREMOS POR QUIEN ERES Y POR LO QUE ERES.


Entusiasmada abrió el sobre, dentro de el había un billete de avión para tres hacia Niza, Francia, mientras más leía su cara se encendía, sentía tanta alegría por la aventura que iban hacer ellos tres, que pequeñas lágrimas corrían por sus mejillas, enseguida abrazó a los chicos.


-A que no te lo esperabas, es que somos los mejores-. Dijo Riley con una sonrisa en su boca, al mismo tiempo que la abrazaba.



-Nos vamos pasado mañana, ya está todo preparado, solo falta tu equipaje-. Dijo Allan.

-Pero…, pero…, esto es increíble, no puedo creer lo, Niza, madre mía, pero si son las ocho de la noche, y el vuelo sale a las seis de la mañana, joder…, no tengo tiempo para hacer la maleta-. Dijo Amanda.

Como una loca empezó a corretear por la casa buscando ropa, zapatos, y miles de cosas para preparar el neceser, mientras los chicos se reían.

-Bueno te dejamos tranquila, para que hagas la maleta, pero no te estreses tanto, es una semana, no necesitas tanta ropa, yo solo voy a llevar un bolso-. Dijo Riley.

-Ya me conoces ‘’má…-.

-Ya ya, ‘’ más vale ser precavido’’-. Dijeron ambos al unísono.


Esa misma noche cuando terminó todo, quitó la colcha de la cama, necesitaba dormir, aunque fueran solo un par de horas para el viaje. Al apoyarse en la almohada, le molestaba algo, la levanto y vio una pequeña cajita, la abrió a su lado había un posit en el que había escrito: ’‘Eres una de las razones por las que cada mañana me despierto co una sonrisa, canto en la ducha y una por las que no pondría  dormir sin penar al menos una vez en ella’’. Dentro de la caja había un colgante, era perfecto.



Amanda no es una de esas chicas a las que les gustan las frases cursis, pero en ese momento se sentía como cuando su madre le llevaba las rosquillas de chocolate que tanto le gustaban cuando era pequeña, ambas se sentaban en el porche y su madre le contaba una historia de amor, que aunque ya se la sabia de memoria Amanda le encantaba la última parte cuando el chico le decía a la chica que era un ángel y que la quería hasta en el cielo. Era muy cursi, pero siempre había soñado que algún día, un chico le diría algunas palabras que la dejaran en una nube de magia como aquella chica el cuento. Y ese día era hoy, y eran de él.

En otra parte del mundo…

Una silueta se refleja detrás de la mampara de una ducha, esta sentada con la cabeza apoyada sobre sus rodillas, no hay nadie sino esa silueta en su casa,  un momento perfecto para desahogarse del estrés de ese día, ha tenido días mejores, pero no es que ese fuera uno de ellos. Cada vez que se quedaba sola, en el fondo lo agradecía, es una de esas chicas que no le gustan que vean como lloran, que no le gusta contar lo que le pasa, porque si lo hace se sentiría patética y es una cosa que odia. El baño es su lugar favorito, siempre pone de fondo música de piano, sus notas le hacen pensar en lo malo de su vida, así empieza a desahogarse, es una de las persona que piensan que solo hay una persona en la que puedes confiar sin tener miedo a que te rechace, ella misma, aunque parezca que está loca, es lo que se siente cuando has confiado mucho en alguien y lo único que has recibido son palos. A ella no le importa que le pregunten como se siente, porque siempre sabe lo que tiene que responder para no preocupar, una frase que siempre dice.


‘’Estoy bien a mi manera’’


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