Capítulo 13
Dos años después…
Sobre una mesa hay una tarta con 18 velas encendidas,
enfrente de ella había una chica, con un traje blanco, con su pelo a media
melena, locuras de una adolescente. Todos ríen, y ella cierra sus ojos para
pedir un deseo, a cada uno de sus lados tiene a las personas que más quiere, a
su familia, amigos y a él, por el que dedica cada mañana una sonrisa.
Por otro lado están de la mano una pareja, se miran y se
besan, no muy lejos de ellos está él, sonríe al ver que su amiga, compañera y
amor, por la que dedica una mirada a sus ojos verdes, intensos llenos de paz y
alegría.
-¡Felicidades cariño!, ya estas hecha toda una mujer-. (Una
lágrima desciende por el cachete de Paul)
-No te pongas así, aunque no lo creas siempre voy a tener mi
parte de niña jajaja-.
-Bueno, ahora los regalos-. Dijo Riley.
Amanda empezó a abrir uno por uno, los padres de Riley le
regalaron dinero y un par de zapatos, Paul uno de sus sueños, un IPhone, los
padres de Allan un bono para alquilar un bote para ir a bucear, y por último
quedaban sus amigos.
-Bueno haber que es este año, espero que no sea una caja
llena con papeles como el año pasado-.
-Tú ábrelo, pero no prometemos nada-. La sonrisa de Allan
era de oreja a oreja.
-Este año no lo puedes descambiar jajaja-. Bromeó Riley.
Allan le dio un pequeño codazo y susurró: ¡No des pistas
jajaja!
Cuando abrió la caja se encontró un sobre con una tarjetita,
y empezó a leerla:
1ª Ve al único lugar
en el que puedas cantar a tu manera.
Amanda se dirigió a la ducha, ambos chicos le seguían. Al
llegar a la ducha vio que había otra tarjeta y al lado de la tarjeta unas gafas
de buceo, las cogió y leyó la tarjeta.
2ª Ahora que has
encontrado el primer utensilio, dirígete donde guardas algo preciado de nuestros recuerdos.
Al leer lo último se hecho a reír, tardo un poco en saber
donde podría estar la otra pista, entonces recordó que una vez, justo el día
que declararon oficial la amistad de ellos tres, Riley encontró una caracola
con un color hermoso para Amanda, y ella la guardó en una caja en la estantería
de su cuarto.
Abrió la caja y vio otra tarjeta y al lado suya un mapa que
ponía: ‘’No lo abras’’. Cada vez a
Amanda le iba extrañando cual era ese regalo, la verdad es que los chicos
sabían lo que hacía, se lo estaban currando, este año prometía. En la otra
tarjeta había escrito:
3ª Y por último ve
donde reposas tus ideas al dormir.
Amanda lo tuvo fácil esta vez, la almohada, debajo de ella
había un sobre y otra tarjeta esta ponía:
4ª TE QUEREMOS POR QUIEN
ERES Y POR LO QUE ERES.
Entusiasmada abrió el sobre, dentro de el había un billete
de avión para tres hacia Niza, Francia, mientras más leía su cara se encendía,
sentía tanta alegría por la aventura que iban hacer ellos tres, que pequeñas
lágrimas corrían por sus mejillas, enseguida abrazó a los chicos.
-A que no te lo esperabas, es que somos los mejores-. Dijo
Riley con una sonrisa en su boca, al mismo tiempo que la abrazaba.
-Nos vamos pasado mañana, ya está todo preparado, solo falta
tu equipaje-. Dijo Allan.
-Pero…, pero…, esto es increíble, no puedo creer lo, Niza,
madre mía, pero si son las ocho de la noche, y el vuelo sale a las seis de la
mañana, joder…, no tengo tiempo para hacer la maleta-. Dijo Amanda.
Como una loca empezó a corretear por la casa buscando ropa,
zapatos, y miles de cosas para preparar el neceser, mientras los chicos se
reían.
-Bueno te dejamos tranquila, para que hagas la maleta, pero
no te estreses tanto, es una semana, no necesitas tanta ropa, yo solo voy a
llevar un bolso-. Dijo Riley.
-Ya me conoces ‘’má…-.
-Ya ya, ‘’ más vale ser precavido’’-. Dijeron ambos al
unísono.
Esa misma noche cuando terminó todo, quitó la colcha de la
cama, necesitaba dormir, aunque fueran solo un par de horas para el viaje. Al
apoyarse en la almohada, le molestaba algo, la levanto y vio una pequeña
cajita, la abrió a su lado había un posit en el que había escrito: ’‘Eres una de las razones por las que cada
mañana me despierto co una sonrisa, canto en la ducha y una por las que no pondría dormir sin penar al menos una vez en ella’’. Dentro
de la caja había un colgante, era perfecto.
Amanda no es una de esas chicas a las que les gustan las
frases cursis, pero en ese momento se sentía como cuando su madre le llevaba
las rosquillas de chocolate que tanto le gustaban cuando era pequeña, ambas se
sentaban en el porche y su madre le contaba una historia de amor, que aunque ya
se la sabia de memoria Amanda le encantaba la última parte cuando el chico le
decía a la chica que era un ángel y que la quería hasta en el cielo. Era muy
cursi, pero siempre había soñado que algún día, un chico le diría algunas
palabras que la dejaran en una nube de magia como aquella chica el cuento. Y
ese día era hoy, y eran de él.
En otra parte del
mundo…
Una silueta se refleja detrás de la mampara de una ducha,
esta sentada con la cabeza apoyada sobre sus rodillas, no hay nadie sino esa
silueta en su casa, un momento perfecto
para desahogarse del estrés de ese día, ha tenido días mejores, pero no es que
ese fuera uno de ellos. Cada vez que se quedaba sola, en el fondo lo agradecía,
es una de esas chicas que no le gustan que vean como lloran, que no le gusta
contar lo que le pasa, porque si lo hace se sentiría patética y es una cosa que
odia. El baño es su lugar favorito, siempre pone de fondo música de piano, sus
notas le hacen pensar en lo malo de su vida, así empieza a desahogarse, es una
de las persona que piensan que solo hay una persona en la que puedes confiar
sin tener miedo a que te rechace, ella misma, aunque parezca que está loca, es
lo que se siente cuando has confiado mucho en alguien y lo único que has
recibido son palos. A ella no le importa que le pregunten como se siente,
porque siempre sabe lo que tiene que responder para no preocupar, una frase que
siempre dice.
‘’Estoy bien a mi
manera’’
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