Capítulo
16
Son las
nueve y media de la noche. Las chicas están listas… Caminamos bosque a dentro.
Siempre asegurándonos de que nadie nos siga o vea. Llegamos hasta el comienzo
del río y me entregan sus talismanes.
-Bien.
Esta vez no quiero nada de juegos o magia sin autorización.
-Te lo
hemos dicho noventa veces. ¡Qué sí!
-La
última vez me prometisteis lo mismo y lo único que lograsteis fue un escándalo.
-Con
respecto a eso…
-Nada.
-Está
bien.
Uní los
talismanes y observé cómo Sernia se alzaba ante nosotras. Era mágica. Dejé a
las chicas cerca de la aldea y yo fui hasta el palacio. La perla estaba en
peligro…
-Bueno
chicas ¿qué hacemos?
-No sé
¿por qué no investigamos un poco aquí?
-Tienes
razón Jessei.
-Sí,
además seguro que la gente de la aldea conoce leyendas sobre “Birka”.
-Veréis…
antes de ir tengo que contaros algo.
-¿Qué
pasa Lucy?
-Veréis…
Nick es un guardián de Sernia y sabe lo que somos.
-¡¿Qué?!
-Sí es…
bueno el caos es que lo es y es tan lindo… una Irisa y un guardián…
-Bueno
eso es lo de menos. Al menos tenemos a alguien con quién hablar.
-Sí y
me ha contado cosas sobre Birka.
-¿El
qué?
-Lo que
ya sabíamos.
-Vale.
-Eh…
pues ya que estamos con las confesiones… Hace varios días que estoy dibujando a
una mujer… pero la cosa es que me despierto y tengo las manos llenas de cera… y
bueno aparece su dibujo en mis cuadernos de dibujo. Es una mujer hermosa, y la
dibujo como… mágica… no sé cómo explicarlo.
-Tal
vez no sea nada Rosie. Recuerdas cuando te despertabas dibujando a unas niñas
en un bosque…
-Es
verdad.
-¿Un
bosque?
-Sí
Lucy, tú eras muy pequeña.
-Ah...
Nos
adentramos como la noche en la aldea buscando a alguien a quién poder
preguntar.
-Sofía
¿qué tal?
-No muy
bien Diane.
-¿Qué
pasó?
-Mira
lo que tengo.
-No
puede ser…
-Pues
lo es.
-¿Pero?
La perla está oculta.
-No. La
perla está aquí.
-Y las
chicas ¿han dicho algo?
-No
pero no tardarán en hacerlo.
-¿Quién
te la dio?
-Eithan.
-¿Eithan?
-Sí
aunque ahora no se hace llamar así.
-Entonces
fue él quién cruzó.
-Si.
Diane
me miró y comprendió que le ocultaba algo más.
-Hay
algo que no me has contado.
-No.
-Sabes
que tu misión en esa dimensión es cuidar de esas niñas.
-Lo sé.
-Y nada
más así que intenta ocuparte solamente de eso.
-Sí.
-Ahora
tomemos algo. Seguro que Gerald estará deseando verte.
-Supongo.
-No te
pongas así.
-Estoy
bien.
-Pues
sonríe. Tu padre no puede verte así.
-De
acuerdo.
Acompañé
a Diane hasta la sala del trono… Sabía lo de Erik y eso significaba problemas…
Llevábamos
caminando mucho tiempo y ya empezábamos a estar cansadas. Decidimos volver y
por el camino nos encontramos un grupo de sernianos.
-Hola
¿os puedo preguntar una cosa?
-Vaya…
vosotras no sois de por aquí. Claro preguntad. Mi nombre es Dion.
-Mi
nombre es Lucy… verás ¿sabéis dónde puedo encontrar a Siena?
-Claro,
pero ¿para qué queréis ver a la “maga”?
-Es que
tenemos cosas que preguntarle a cerca de Sernia.
-Vive
detrás de las cascadas.
-Gracias
Dion.
-Un
placer por cierto… bonito pelo ¿tal vez podríamos dar un paseo mañana?
-No
creo que sea posible Dion… mañana… tengo novio.
-Ah ¿se
puede saber quién es?
-Es el
guardián.
-¿Nick?
-Sí,
¿lo conoces?
-Claro…
¿quién no? Todas las sernianas suspiran por ojitos azules…
Me
despedí de Dion y seguí caminando hasta las cascadas. Allí vi cómo Sofía venía
hacia nosotras. Hora de volver…
-Bueno
no hemos averiguado mucho…
-Tal
vez…
-Rosie
no empieces.
-Está
bien… solo quería decir que podríamos intentar abrir el portal mañana.
-Oye
pues no es mala idea… Pero tendremos que tener cuidado.
-Claro.
Ahora callémonos Sofía está cerca.
No
tardó en llegar pero estaba triste… no parecía la… Sofía de siempre. Nos
condujo hasta la salida del portal y vimos desaparecer a Sernia mientras los
primeros rayos del alba despuntaban el día.
-Chicas…
si os estuviera ocurriendo algo… ¿me lo diríais verdad?
-Claro
que sí.
-Está
bien… Venga vamos antes de que nos vean.
Caminamos
hasta casa pero para nuestra sorpresa no estábamos solas. La puerta estaba
abierta. Sofía nos ordenó escondernos y así hicimos.
Se
acercó con cuidado a la puerta y entró, después de eso no supimos más de ella.
-¿Hola?
-Hola
Sofía.
-¿Qué
haces aquí?
-Eso me
pregunto yo.
-Vivo
aquí.
-Bien…
¿Dónde están?
-¿Quiénes?
-Mis
hijas.
-Supongo
que en Sernia.
-No me
mientas… Las siento… Siento su suave esencia a rosas salvajes… la misma que les
ponía de niñas…
-No
están aquí.
-¿Y la
ropa de arriba es toda tuya?
-Sí.
-¿Estos
dibujos también?
-¿De
dónde has sacado eso?
-Estaba
en el cuarto de Rosie. Me recuerda con bastante claridad.
-¿Qué
quieres?
-Quiero
a mis hijas.
-Mentira.
-Hagamos
algo… tienes un mes para llevarlas conmigo.
-Y si
no…
-Tal
vez tengas que volver a sufrir.
-No te
tengo miedo.
-Nunca
he dicho eso.
-Entonces
habla claro.
-Tendré
que decirle a las chicas que las separaste de su madre.
-Eso no
es verdad.
-Claro
que lo es. Son mis hijas.
-No.
-En
fin… Un mes Sofía.
-No las
encontrarás.
-Ten seguro que aunque las escondas en el centro de la
Tierra daré con ellas.
Álvaro
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