lunes, 28 de abril de 2014

Capítulo 17



Años atrás…

 

Camina descalza desorientada… Solamente los rayos de luna, que atraviesan el espeso bosque de Sernia, alumbran el sendero. A lo lejos se escuchan pasos o tal vez simplemente está volviéndose loca. Desde que fue destronada ha estado vagando por esos bosques sin rumbo, esperando su oportunidad y ella sabía perfectamente que ese día estaba cerca.

 

-Sofía no puedes hacer eso.

-Pero padre… apenas son unas niñas.

-Son las hijas de Birka y como tal deben morir.

-¡Padre! ¡¿Se está escuchando?!

-¡Sí! Y te prohíbo que vuelvas a mencionar este tema. Mañana al alba esas niñas serán entregadas a la muerte.

 

No podía entender cómo mi padre era capaz de hablar así y menos de sus propias nietas. Salí de aquella habitación envuelta en un mar de lágrimas intentado que los sirvientes de palacio no se percataran de nada. Abandone el salón real y me encaminé a lo más profundo del castillo… La sala prohibida para muchos excepto para mí. Su creadora.

 

-Abrid las puertas.

-De acuerdo su majestad.

-Muy bien… ahora escuchadme con atención. Nada de lo que veáis ahora recordaréis, nada de lo que pase contaréis, solamente que una anciana llamada Madeleine se acercó hasta aquí para ofreceros algo de beber.

 

El alba despunta sobre las montañas de Sernia tan gloriosa como siempre. Hoy era el día en que podrían acabar con Birka se una vez por todos. Sus hijas eran la única fuente de esperanza que le quedaba por lo que había que matarlas.

 

-Abrid las puertas de la sala y sacad a las niñas.

-Enseguida su majestad.

 

Las puertas se abrieron mas tras ellas solo había un par de mantas llenas de barro y una caja de plata en el centro. El rey se acercó hasta ella, primero buscando a las niñas y segundo intentando averiguar si aquello era una trampa.

 

-¿Dónde están las niñas?

-Su majestad, las niñas estaban aquí anoche… no nos hemos movido de aquí pero… ya no están.

 

De la nada Sofía apareció cubierta de barro, hojas e incluso sangre.

 

-Padre.

-Sofía ¡qué te ha pasado!

-No es nada que se pueda curar con los años.

-Pero… ¿estás herida? Necesitas un médico.

-Abrid la caja.

-¿Qué hay ahí?

-Aquello que tanto os tortura durante la noche, por lo que ibais a sacrificar a tres inocentes criaturas que no tienen más culpa que la de haber nacido de… de Birka.

-¡¿Sofía?! ¡¿Dónde están las niñas?!

-Escuchadme. Os hago una propuesta. Dejad que me lleve a las niñas hasta que sean capaces de poder luchar con honor. Dejad que las críe y eduque como merecen. Como Irisas que son y si no os recuerdo mal, las únicas. Después de eso ellas mismas vendrán hasta aquí… hasta dónde podrán luchar por salvar sus vidas.

-No puedo hacer eso, no puede dejarte hacer eso. Esas niñas son muy poderosas.

-No lo son. Ahí. En esa caja están todos y cada uno de los poderes que Birka les entregó. Eso sí. Nadie más que ellas puede sacarlos. El hechizo está sellado.

-Pero eso significaría que tú…

-Sí padre.

-Pero ¿por qué haces esto?

-Padre te recuerdo que… Birka no es nada más que…

-No te atrevas a decirlo.

-Es que es la verdad.

-Bien. Tendrás hasta entonces. Sí demuestran que son diferentes a aquella mujer que las engendró… podrán vivir.

-La perla debe quedar aquí. Sellada hasta que sus verdaderas portadoras la encuentren.

-Lo prometo.

-Adiós padre.

-Sofía…

-Adiós.

 

En casa de las Reyns…

 

Sofía llevaba más de veinte minutos dentro de casa y nosotras seguíamos escondidas tras aquellos arbustos. Ya estaba empezando a ponerme nerviosa, me agarré a la mano de Lucy y de Jessie. Ahora más que nunca estaba asustada.

 

-Tenemos que entrar.

-Pero Sofía nos dijo que la esperáramos aquí.

-No sé vosotras pero yo voy a ver qué pasa.

-Jessie, Rosie tiene razón.

-Vale pero tenemos que tener cuidado. Está amaneciendo y no es plan que nos vean así.

-Vale… cambiémonos en un momento. Venid aquí.

 

Bastó un par de segundos para que nuestra ropa de Irisa tornara en nuestros casuales atuendos. Decidimos entrar en casa pero alguien nos interrumpió.

 

-Hola.

-Hola.

-Supongo que vosotras sois las hermanas de Sofía.

-Sí y tú…

-Soy Erik.

-Ah… eres el hermano de los de la banda de la feria ¿no?

-Sí.

-Bien, molan bastante.

-Me alegra que os gusten… una cosa… ¿vuestra hermana está en casa?

-No. Salió tempranísimo y vuelve esta tarde.

-Ah… creía que podríamos ir a comer.

-Bueno nosotras nos tenemos que ir así que… Ya nos veremos.

-Claro. Encantado de conoceros.

-Igualmente.

 

Erik volvió al coche y nosotras entramos en casa. Cuando lo hicimos nos encontramos a Sofía llorando en el sofá. Tenía un par de dibujos de Rosie en uno de los cojines.

 

-¿Me puedes explicar qué es esto?

-No es nada.

-¿Cómo qué nada? ¿Creéis que soy estúpida? ¿Hace cuánto que sabéis de la existencia de Birka? ¿Eh? ¿Cuánto tiempo lleváis mintiéndome?

-Sofía…

-Sofía nada Rosie. ¿Qué está pasando? Os dije que si os pasaba algo me lo contarais… Pero no… me habéis ocultado que sabíais de ella ¿por qué?

-Nosotras no te lo hemos ocultado… no sabemos casi nada de ella… Todo empezó el día que nos quedamos en el pueblo… un hombre me dio un papel para ti… decía algo de una perla y de una tal Birka que te mandaba saludos… Después ese hombre volvió e intentó atacarme pero Nick, verás Nick sabe lo que somos.

-¡¿Qué?!

-No te pongas así… es un guardián y él me salvó. Aquel hombre quería la perla pero no sabemos nada de ella. Y hace un par de días que Rosie me enseñó el dibujo pero no le dimos importancia… de siempre ha dibujado cosas que no tienen sentido o pesadillas.

-Es que esto tiene mucho sentido Lucy. Ésta es vuestra historia.

-¿De qué estás hablando?

-De algo que tal vez debería haberos dicho antes… pero ya es tarde.

-¿Tarde? ¿A qué te refieres?

-Me refiero a que os ha encontrado. Birka os ha encontrado.

-¡¿Pero quién es Birka?!

-¡Vuestra madre!

 

Aquellas palabras hicieron que mi corazón se detuviese… No podía creer lo que escuchaba. Sentí la mano de Jessie rozar la mía y cómo Rosie se derrumbaba en el sillón.

 

Años atrás…

 

Tras las puertas de la habitación solamente se escuchaban gritos… Era insoportable. Jamás habría pensado que aquello pudiera suceder pero estaba pasando.

 

“Cuenta la leyenda que hace muchos años una joven hechicera logró separar de su cuerpo todo lo malo que habitaba en ella para dar paso a una nueva luz que iluminaría el resto de sus días… Se dice que la joven hechicera vivió feliz durante mucho tiempo y que mantuvo a su oscura mitad encerrada en un lugar al que nadie podría llegar… Mas es cierto que cada mil lunas de Sernia una joven hechicera nace con más poder que sus antepasadas y que estas recuerdan cada una de las vidas anteriores.

 

La leyenda habla de una joven que logró averiguar el secreto de la primera gran hechicera y que con esto logró el odio de su pueblo. Ella ingenua a lo que pudiera suceder deshizo el hechizo que encerraba a ese “alma” errante desde los primeros años del mundo de Sernia… La chica quedó consumida por todo ese mal siendo así considerada una amenaza.

Fue repudiada y maltratada por todos menos por una mujer llamada Madeleine. Ella consiguió arrancar de sus entrañas aquella alma maligna dejando libre a la joven. Se intentó destruir el ente mas no pudieron ya que parte del ser de la joven había salido de su cuerpo para dar forma al alma.

 

Tras aquel instante nada volvió a ser igual…”

 

De la habitación salen miles de doncellas llenas de ropa ensangrentada. Al fin dejan entrar al rey.

 

-¿Cómo está mi hija?

-Se recuperará…

-¿Qué pasa hermana?

-Ha sucedido.

-No puede ser.

-Sí… supongo que esto tenía que pasar. Ahora te toca a ti intentar educar a ambas. Debes que llevarlas por el buen camino.

-Pero mi hija está bien.

-Sí. Sofía se encuentra perfectamente.

-Mi hija no se llama así.

-Desde ahora tenéis dos hijas. Sofía y Birka.


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