lunes, 13 de agosto de 2012

''¿Amor?''


Espero a que Débora se montara en el ascensor y a que Steve se hubiera marchado. Se montó en el coche y fue derecho a la casa de Erika. Cuando llegó no había nadie, asi que decidió volver a casa y llamarla. Sí, eso era lo que tenía que hacer. ¿Pero y si Débora estaba allí?

En veinte minutos Erika llegó a casa. Había esperado a que Jorge se marchara. Estaba destrozada. Cogió las fotos y las tiró a la basura. Entonces se quedó mirando a la mesita del salón. Allí había una carta, la recordaba. Se la había dado el hospital, en concreto su jefe. Era un puesto en el hospital de San Francisco. Era todo un honor pero le había dicho a su jefe que se lo tenía que pensar. Acababa de conocer a Jorge y ya se había enamorado. Esa era la razón de la espera. Pero ahora que no había nada decidió ir. Hizo las maletas. Pasado mañana se iba. El pasaje era para el viernes a las ocho de la mañana. No le diría nada a nadie. La casa era herencia, así que no habría problemas ni de pago, ni nada. En cuanto a Ricky se la quedaría. Allí seguro que también podría disfrutar de su perrita querida.

-Venga Erika, coge el teléfono.

Erika no respondía a ninguna de sus llamadas, estaba preocupado por ella. En ese momento sonó el timbre. Él sabía perfectamente quién era. Pero tenía que jugar bien sus cartas.

-Jorge abre, soy yo. Venga he traído helado de mora. Abre.
-Voy.

Jorge se a próximo a la puerta, la abrió y vio la cara de su compañera de trabajo. La que tantas veces había visto, con la que había compartido café, cervezas, alguna que otra comida, risas y secretos. Y sin embargo ahora solo veía a una chalada sin sentimientos, que se había encargado de fastidiarle lo único por lo que había empezado a luchar.

-Ah, eres tú Débora. Pensé que era Erika.
-¿Erika? No, no conozco a ninguna Erika.
-Es verdad, no te la he presentado es mi novia.
-¿Tienes novia?
-Sí, pero creo que dentro de poco será algo más.
-¿Algo más?
-Ya sabes, prometida.
-Te vas a casar con ella.
-Sí, bueno si ella quiere, y ahora vete.
-¿Qué?
-Adiós.

Cerró la puerta en las narices de Débora. Era verdad lo que Jorge le había dicho. ¿Se casará con Erika. No. Ahora Erika estaba fuera de juego. ¿Pero encontraría Jorge a Erika?

-¿Qué se supone que tengo que hacer Ricky? Por una vez me he enamorado. Y la verdad es que no dejo de pensar en él. Sigue llamando. ¿Se lo cojo? No.

Y así llegó el viernes. Erika estaba en el aeropuerto. Jorge lleva dos días sin dormir. Se ha enterado. Erika se va. No puede dejar que se vaya. Coge las llaves del coche. Erika en que piensas, venga, compra algo seguro que eso te relaja.  De repente Erika escucha como se anuncia su vuelo. Ya se puede embarcar, así que se dirige hacia la puerta A23.

-Su vuelo, mierda, tengo que entrar, se va.

No quiero irme. Le quiero, pero es lo mejor para ambos. <Jorge, ojala supieras lo que siento. Espero que seas feliz con Débora>. Enviar. Apaga el teléfono. Y entrega el billete y el DNI. Ya está no hay vuelta atrás.

-Perdone, tengo que pasar, mi, mi novia está dentro.
-Lo siento señor pero el vuelo ya está embarcado y se está preparando para despegar.
-Pero, tengo que pasar.

Se deshace del segurita y se cuela por el túnel que lleva  a la puerta del avión. Lo está consiguiendo, está llegando al final.

-¡No! Erika.

Ya es muy tarde, casi se cae. Ella ya no está allí.

Un año después, Jorge se levanta de la cama, no ha vuelto a saber nada de Erika, ha tratado de olvidarla, pero no ha podido. Se viste para ir a trabajar. Cuando sale a por el coche, ve a un niño. Entonces lo recuerda. Fue el mismo que vio el día que conoció a Erika. Pero estaba más grande, y ya no llevaba el paraguas rojo. Baja los cristales del coche y pone la radio. Suena As long as you love me, de Justin Bieber.
 Las calles pasan a su alrededor sin la menor importancia. Entonces frena en seco. Se baja del coche, incluso deja la puerta abierta. Camina de prisa, como si se le fuera la vida en ello. Entonces cara a cara, dice.

-¿Amor?




FIN

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