Capítulo
2
Todavía sigo
esperando a que vengan, es raro ya son las seis menos diez y no han llegado,
siempre suelen llegar diez minutos antes. Entonces empezó a llover, me gusta la
lluvia pero ahora tenia que volver a mi cuarto a por el paraguas del armario,
al menos tenia una rebeca puesta, empecé a subir las escaleras, no llegue ni al
quinto escalón cuando sonó el timbre y pensé, serán mis padres, menos mal que
han llegado, pero había mucho ruido en la calle, no sabía que era, así que me
asomé por la ventana de la cocina y ví que fuera, en la calle, había un coche
de policía, no me extrañaba desde hace un mes la vecina de al lado le estaba
dando por llamar a la policía por cualquier cosa, en fin, bajé las escaleras,
giré el pomo de la puerta, y, no eran ellos, no eran mis padres, solo había un
policía alto de pelo castaños y ojos verdes:
-Perdone,
¿Es usted Amanda Gutiérrez Sánchez?-.
-Si soy
yo, ¿Hay algún problema?-.
-Lo
siento mucho, pero sus padres han tenido un accidente de tráfico y no han
salido de él con vida-.
-¿Qué?-.
-Señorita,
¿A dónde va?-.
Entonces
en ese momento mi vida dejó de existir, en mi mente solo había quedado un
agujero negro que la invadía, mi corazón ya no latía como antes, iba muy
despacio, ya casi no podía respirar, ese nudo en la garganta me asfixiaba hasta
romper una tempestad de lagrimas en mis ojos, dentro de mi solo había una niña
que aún sigue gritando, pero no se le oye, solo mis sentimientos pueden
percibir el dolor de esa niña al gritar. No podía pensar, lo único que quería
era correr, así que corrí todo lo que pude hasta la casa de Jorge, el me abrió
la puerta y me abracé a él como nunca antes lo había echo con nadie, con toda
mi impotencia, sufrimiento y rabia.
-Amanda,
¿Qué te pasa?, ¿Amanda?...
Yo solo podía llorar, ni una sola palabra podía explicar lo
que había pasado. Aún que se me hizo difícil conseguí contárselo a Jorge y
Sara, por mi suerte, si es que se puede llamar así, Sara se ocupó de todo. Y
ahora aquí sentada les sigo recordando, mañana es el funeral, será a las doce
del día y no se si tendré fuerzas para ver sus tumbas, sus nombres grabados en
las frías lápidas. Todos parecen tan amables, pero yo solo quiero gritar y
despertar de esta pesadilla. Cuando estaba en frente de sus tumbas, me aferré a
la mano de Jorge y no lo solté por nada, ahora mismo es el único que me da
fuerzas para afrontar lo que me toca ahora, una vida sin ellos, sin mis padres.
Sabéis, en esta semana sin ellos, en estas noches, solo sueño con ellos, cuando
giré el pomo de la puerta, pero esta vez eran ellos, cada noche sueño que vamos
a ese restaurante y cuando me voy a acostar mi madre me da un beso y me dice te
quiero Amanda y yo le digo yo también te quiero, pero luego me despierto
empapada de sudor y lágrimas. Jorge me está ayudando mucho incluso por la
noches, siempre cuando me despierto me lo encuentro al lado mío, protegiéndome,
pero, ya he tomado una decisión y creo que será lo mejor para todos, solo puedo
deciros que comienzo una nueva vida, dura, ya lo se, pero siempre fuerte.
Hoy es jueves y Sara, Jorge y yo vamos al Lago de Pitillas a
pasar la tarde, en realidad no quiero ir, pero tengo que entender que esto me
ha pasado, es a mí y debo aceptar que la vida sigue. Ya hemos llegado, es
precioso, en Mallorca solo iba a las playas, pero este lago me gusta.
-Amanda, ¿Quieres que demos un paseo por el lago?-.
-Claro-. Jorge sabia que un paseo con él, hablando de la
vida podría subirme un poco el ánimo.
-Amanda, sabes, hoy para comer mi madre ha preparado una
ensalada de pollo, con esa salsa que tanto te gusta-.
-A que bien, Jorge, os quiero dar las gracias a ti y a tu
madre por todo esto, la verdad es que ahora sois las únicas personas que
tengo-.
-No hay que darlas, sabes que siempre estaremos y estaré
contigo. Amanda, ¿Ya sabes algo de Paul?-.
-Por ahora no, pero mi abogada está intentando contactar con
él-. Paul es mi padrino, el vive en Sydney, no llegué a conocerlo aunque mis
padre me habían hablado de él, es escritor y por ahora ha tenido mucha fama.
- Amanda-.
-Si-.
-Salta a mi espalda-.
-¿Qué?, ¿Estas loco?-.
-Tú hazlo, ahora sube los brazos al cielo y grita todo lo
que puedas-.
Mientras que subo los brazos y grito Jorge echa a correr, es
mágico es como estuviera volando y después me abrazo...
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