sábado, 29 de septiembre de 2012

Aún sigue lloviendo!


Capítulo 5.

Narra Allan.

Por fin en California, desde ayer estaba deseando llegar aquí, sentir la brisa del mar, merendar mientras que veo al sol caer, es maravilloso. Belinda, mi tía, nos ha hecho el favor de quedarse con mi abuela mientras que mis padres, mi hermana y yo estamos este fin de semana aquí, en California, aunque mi madre no parará de llamar la. Para mi California es un lugar indescriptible, se que puedo decir que tiene playas, que es muy bonito, pero yo no podría describirla, es tan mágica y especial, aquí, justo enfrente de mi casa, en la playa, fue mi primer beso, todavía lo recuerdo, no estuvo mal.


-Allan tienes que deshacer tu maleta, si no, no podrás ir a la feria-. La feria, como olvidar la, era mi lugar favorito antes de mudarme a Sydney, todavía no puedo creer que hace seis años me mudé tan lejos, quien lo iba a pensar.

-Ya voy mamá, y dile a Christy que deje de ligar con el vecino de al lado-. Bueno, como describir a Christy, es alta, rubia como mi padre, con los ojos marrones como mamá y la abuela, tiene un novio que se llama Eric, el típico chulito que si le pones una araña al lado se desmaya, el adicto al gimnasio, creo que mas o menos os hacéis una idea, y además es el hijo del alcalde, bueno pues eso, Christy es una chica que le gustan más un chico que comer, y eso que solo tiene 14 años, para ella fue menos doloroso dejar California, mi padre fue el primero en irse a Sydney con ella cuando tenía seis años, en cambio yo me fui con mi madre a los diez, dejé a todos mis amigos y a alguien especial, lo bueno es que ahora tengo a dos amigos insustituibles, Amanda y Riley.

-Allan ve tú, tengo que hacer la cena y dile que llamó Eric-.

-Otra vez, que pasa que ese no se cansa, creo que tiene que tener algún enganche en la compañía de teléfono, porque yo no me explico como puede llamar tanto y tan barato y a mi por un misero mensaje casi me sacan un ojo, oye, no me esperes para cenar voy a dar una vuelta y luego iré a la feria-.

-A veces yo también lo creo, pasa te lo bien cariño-.

-(Colgada de la valla de la casa estaba Christy hablando con Max, el vecino).-¡Christy! Te acaba de llamar Eric, tu novio dice que cuando lo vas a llamar-.

-(De repente un color rojizo se apoderó de la cara de Christy mientras que se iba acercando a la puerta de casa) –Allan, querido hermanito, tu siempre tan atento, sabes lo que voy a hacer- No dulce hermana, lo que se es que tu novio no para de llamarte, y no creo que le interese saber que se te está cayendo la baba por ese chico, a que no, a que nadie quiere eso- Vale, ya voy, pero esta te la guardo-.

-Hola Max, cuanto tiempo-.

-Hola Allan, ¿Qué tal todo por Sydney?-.

-Por ahora todo bien, ya estaba echando de menos todo esto, oye, porque no vamos a la feria y así me cuentas como han cambiado las cosas por aquí-.
-Eso está hecho-.

Después de una gran charla de viejos amigos, veo que nada ha cambiado desde que me fui, solo había cambiado yo-.

-Y dime Allan, te apetece coger unas cuantas olas mañana, o ¿Ya se te ha olvidado?-.

-No Max, nunca me olvido, y claro, como no jajajaja, ¿A qué hora?-.

-Desde las seis, como siempre-.

-Entonces te veo donde siempre-.

Claro...






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